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jueves, 18 de febrero de 2010


Recuerdos.

Eramos tres amigas, Rosita, María Regla y Sonia; ellas
estudiaban música, yo solamente hacía con ellas los estudios de secundaria
pero poco a poco me fuí acostumbrando a sentirme un poco musical también
y cuando iba a visitarlas me sentaba a oirlas practicar el piano, y me maravillaba
al ver como iban avanzando día a día.
Eramos tres amigas, y nos sentíamos un poco mosqueteras, pues cada vez que un profesor
le llamaba la atención a una de nosotras, las otras dos se ponían de pie y soportábamos el aluvión
como algo nuestro. Una vez nos preguntaron el por qué hacíamos eso, y enseguida respondimos casi al unísono
que era por solidaridad; ya después los maestros se adaptaron a esas actitudes nuestras y optaban por aceptarlas.
En una ocasión mandaron a Rosita a salir del aula y las tres nos pusimos de pie y salimos hacia la dirección.
Lástima que la vida nos separara, cada una tomó su camino pero siempre el recuerdo de nuestra amistad siguió vivo.
Juntas íbamos a los bailes, juntas estudiabamos, juntas nos reiamos, nos contábamos de enamorados y de ilusiones
y hacíamos planes para el futuro.
Rosita, una trigueña bonita, de pelo largo y ondeado, de grandes ojos oscuros, delgada, reidora y muy alegre.
María Regla, mestiza clara, de pelo castaño claro, de ojos soñadores, llena de fantasías, enamorada del amor y de la vida
alegre por momentos pero sus ojos siempre mostraban una tristeza escondida.
Sonia, una rubia bonita de ojos azules, siempre enamorada, reidora y amiga de las canciones, llena de ilusiones y fantasías
bailadora y no siempre feliz.
Recuerdo que en nuestra primera escuela al campo, llegamos al campamento de Candelaria alrededor de dos mil muchachas
a trabajar con las plantas de café, muchas de nosotras no sabíamos distinguir la hierba mala de la matica de café, y muchas
veces arrancábamos las dos juntas y riéndonos nos hacíamops cada una cómplices del error.
Los domingos, la única que no tenía visitas era yo, solamente una vez me fueron a ver en los 45 días que estuvimos allí, pero
los padres de Rosita y María Regla se encargaban de llevarme muchas cosas de comer allí y para guardar en la maleta hasta
la visita siguiente; al principio eso me daba deseos de llorar al sentirme casi abandonada, pero después me acostumbré.
Yo asistía a las dos visitas, un rato con una y otro con otra, al final yo era la que salía ganando con los "pertrechos" como le
decíamos a las golosinas que nos dejaban.
En esa época ya yo era novia de Francisco con el que después me casé, el estaba en otro campamento, y de vez en cuando les
daban permiso para ir al campamento de las muchachas, allí nos veíamos, el estaba en tercer año del preuniversitario mientras yo
estaba en el primero.
Rosita estaba enamorada de otro de tercer año, llamado Jorge Luis Piñón, quien sabe que ha sido de el; después que se alejaron
nunca más supimos de el.
María Regla continuaba con su corazoncito vacío, nadie lo ocupó en aquellos tiempos.
Yo fui la primera en casarse, tuve a mi hija Aileen, a los diez meses y después de dos años nos divorciamos.
Rosita fue la segunda, se casó por la Iglesia, fui con mi niña a su boda, lucía preciosa; Rosita se casaba con Stinger, su amor de toda
la vida, supe que tuvo dos hijos varones y que se había idoa vivir a Cienfuegos donde el estaba trabajando como médico.
Muchos años después nos volvimos a encontrar, no se decir cuantos brincos dimos abrazándonos y besándonos tratando de contarnos
rápidamente algo de nuestras vidas, no la volví a ver más.
María Regla, nuestra querida María Regla, mi dulce y buena amiga, la dejé de ver cuando vine los Estados Unidos, no la pude ver más;
y un día leyendo el periódico veo su nombre en la lista de defunciones, traté de averiguar para estar segura de que era ella y no otra del
mismo nombre,algo dentro de mi me decía que era ella, y rezaba porque estuviera equivocada.
En esos días salía la foto de una muchacha muy parecida a ella, con sus mismos ojos soñadores, y así fué que supe que mi instinto no
me había engañado, mi amiga había muerto de un ataque al corazón.
Tres meses antes, habían asesinado a su esposo en un asalto, a su amor, a su único amor y ella no pudo resistir el dolor de perderlo;
me contó su hermana que ella andaba como una demente con las cenizas de él en el carro junto a ella, hasta que alguien le dijo que eso
no podía hacerlo, que tenía que descansar el y descansar ella; pero era demasiado para su corazón enamorado; dicen que se acostó en
la cama y llamó a su primo, cuando éste acudió a verla, llamó al 911 porque nadie le contestaba, cuando entraron ella estaba muerta con
el auricular su lado, cerca de su mano.
Dejó una hija, fruto de su amor; dicen que nadie muere de amor, pero mi dulce María Regla murió de amor, no pudo resistir el dolor de estar
separada de el y esta vez para siempre; yo me la paso preguntándome que si hubiera sabido que estaba aquí, cerca de mi , tal vez hubiera
evitado esa muerte y hoy estaría viva.
Mi querida amiga, mi buena y dulce María Regla, que diferente hubiera sido si hubieses podido al menos estar juntas para así llorar las dos
y ayudarte en tu pena, en tu inmenso dolor.
Nuestras vidas tomaron caminos diferentes, pero seguiremos siempre amigas, en la vida y en la muerte, en nuestra juventud y nuestra vejez.
!Cuanto las amo a las dos, mis queridas amigas!

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