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jueves, 3 de diciembre de 2009

Cristiana a mi manera.



Cuando era tan solo una niña de 7 años, comenzaron a prepararme para hacer mi Primera Comunión, eso fue allá por el año 1956.
Comencé a asistir, llevada por mi mamá a las clases del catecismo, en una casa justo al frente de la Iglesia de mi barrio, se llamaba la Iglesia de San Judas y San Nicolás; el sacerdote que oficiaba en esa Iglesia se hacía llamar Monseñor Montaña, un español alto y corpulento que imponía, y con su carácter fuerte. Entre clase y clase de catecismo teníamos que ir a la Iglesia a confesarnos y este sacerdote escuchaba casi a diario nuestros pequeños pecadillos, como el consabido de le dije una mentirita a mi mami, pero el pecado era un "me comí toda la comida" y a lo mejor le había dado al gato un poquito y no le dije a mi mami , para que no me regañara Pues ante semejantes pecados el sacerdote me mandaba a un rincón a ponerme de rodillas a rezar durante horas cientos y cientos de Padres Nuestros y otros tantos de Ave Marías.
Al fin hice mi Comunión y me dije, para mis adentros que más nunca iba a entrar a una Iglesia, viendo, desde mis pocos años, la Iglesia como un castigo para mi.
Nunca más entré a confesarme, solamente cuando iba a un bautizo o una boda ajena.Mi madre me quería casi que forzar a entrar a la Iglesia y a mi me daban pataletas para no entrar.
Crecí, pensando lo mismo pero con algunas variantes, me decía siempre que lo del cura seguía siendo un abuso y que yo podía entenderme con Dios sin intermediarios. sin la necesidad de hacerlo a través de algún cura que quisiera abusar con sus métodos represivos.
Y asi he seguido, he seguido entendiéndome con Jesús y con el Padre de manera directa, cada vez que quiero, me he entendido con mi ángel o con el ser que está a mi lado cada vez que quiero y así me va bien, pero que muy bien.
He llegado a una edad donde comenzamos a hacer recuentos de nuestra vida, de nuestros aciertos, de nuestros errores, de nuestros triunfos y de nuestros fracasos, y aún sigo pensando igual, no vuelvo a atrás, mi vida está en las manos de Jesús, un día le dije que cesaba mi lucha y que el me llevara de la mano, y así ha sido.
Llevaba al cuello una cadena con una medalla, un día la quité y la cambié por una cruz. Todo esto ha sido muy difícil para mi pues vengo de una país, de una islita conquistada por España pero tambien habitada por indios y esclavos.De las costumbres indias no queda nada, pero de los ritos africanos nos queda todo. En una época, al ver los esclavos negros que sus amos no les dejarían practicar sus religiones tal como lo hacían en su ancestral Africa, decidieron tratar de engañarlos e identificaron a sus dioses con los dioses cristianos y así ha llegado hasta nuestros días, mi pueblo cree en los santos de la Iglesia y en los dioses de las religiones yoruba y lucumí y lo mismo va a la Iglesia que a un babalao, lo mismo le enciende una vela a la Virgen que le lleva ofrendas a Yemayá. A eso le han puesto sincretismo religioso por nombre.
Llegó el momento que entendí que a final de cuentas todo era lo mismo, que en todas las religiones habia un poco de magia, ejercidas por los creyentes y los sacerdotes, que al igual que en la Iglesia se quema incienso, en las otras religiones tambien se hace, y que en todas hay solamente un Dios.
El cristianismo tiene solamente uno, los musulmanes tienen un Dios y asi en todas partes con el solo hecho de que les cambian de nombre pero llámesele como se llame, sea Dios, Ala, Zeus o como se le nombre es el mismo, el Creador del universo, nuestro Padre.Una vez, hace mucho, se me dijo que a los santos se les pedía para que intervinieran a través de la Virgen o de Jesús con el mismísimo Padre, y me dije , pues bueno, si yo como dicen soy su hija tengo el derecho a comunicarme con El cada vez que quiera y cuando quiera, que me escuche y que me haga saber que es lo mejor para mi.
Aprendí que no sirve de nada protestar porque no nos concedió algo que le pedimos porque sé que me lo va a conceder cuando El crea que es pertinente y que va a contribuir a mi bien.Todo se lo dejo a El, pues como dije anteriormente, he cesado mi lucha, y mis asuntos todos estan en las manos de mi Padre.
Se me olvidaba decir que como hice a los siete años aún sigo sin ir a la Iglesia a no ser de visita o a un evento que se realice en ella, pero a confesarme, jamás.
Mis confesiones son "en vivo y en directo"como dicen por ahi.
Amen.



1 comentario:

  1. hola leiazel..yo tambien deje de ir a la iglesia ,pero siempre tengo a DIOS en mi corazon ...vivo en un pais en el que no naci pero amo...te felicito por tu blog ..voy a entrar seguido ,espero que pongas cosas alegres las que hacen bien al alma ...cariños .....lighuen

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