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miércoles, 2 de junio de 2010

Amigos de juventud.


Cuando somos jóvenes creemos ciegamente en la palabra amistad. Nuestros amigos, nuestro grupo es nuestra familia, con ellos nos solidarizamos y compartimos nuestras penas y alegrías; ellos conocen más que nadie de nuestras vidas, nuestros secretos son sus secretos y se dejarían matar antes de revelarlos.
Pero el tiempo pasa, y nuestros caminos se van separando, nos alejamos y nuestros entrañables amigos, ya ni se acuerdan de mandarnos una tarjeta de Navidad, o una felicitación por nuestro cumpleaños.
Si te has casado y tus amigas aún siguen solteras, te conviertes en una especie de "peste" para sus madres, que ya no quieren que tu compartas tus problemas con sus hijas casaderas, y cuando llamas por teléfono te saludan muy cariñosamente y te dicen que tu amiga no está aunque tal vez esté oyendo la conversación y llega el momento en el que te cansas de ser rechazada, te das cuenta de que no quieren que los sigas llamando, y aunque te duele, callas y hasta llegas a llorar por las cosas de la vida.
Hay quien te invita a su boda, otros ni tan siquiera te dicen que se piensan casar; por otros sabes un día que han tenido hijos, y ese día te alegras como si fueran tuyos propios, pero nunca más sabes de ellos; te han dicho que viven lejos como para que no los encuentres nunca.
Te conformas y piensas que están bien, viviendo lo que tu nunca tuviste y te alegras por ellos porque son y han sido como tus hermanos.
No has vuelto a saber de ellos, pues no has vuelto a llamar ni a ir de visita a sus antiguos hogares, para que poner a sus familias en el trance de la negación y la fría acogida para que te marches pronto. Y te das cuenta que no han sido solamente sus padres sino ellos mismos los que no han querido verte más, que cuando se quiere algo se puede.
Poco a poco, tus amigos, tus hermanos se van convirtiendo en una imagen de una foto vieja, amarilla por el tiempo.
Somos un sencillo recuerdo de una caras jóvenes y sonrientes, de cuando aún lo esperábamos todo de la vida.
Y te das cuenta, con lágrimas en los ojos y dolor en el alma que nunca más volveremos a ser los mismos, y que nuestra amistad se va convirtiendo en algo místico.
No se por que he vivido siempre en el pasado, viviendo en el mundo de los recuerdos, en el mundo de las sombras

1 comentario:

  1. Hola Sonia,te escribe Roxana.El vivir de recuerdos te enciendela luz hacia un futuro de felicidad y valoración de todo lo bueno que has tenido en tu vida ya que en el presente se abre una puerta hacia la virtud de la verdadera amiga.
    La verdadera amiga nunca te deja de lado,la verdadera amiga es la concianecia que nos dicta el camino hacia la amistad de los Diosas de los Afectos.Sonia que las estrellas iluminen a tu alma.Roxana Miriam González de la Ciudad de Rosario

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